Ronda mortal: Jaque mate by Lina Perozo

Ronda mortal: Jaque mate by Lina Perozo

autor:Lina Perozo
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
publicado: 2016-09-01T22:00:00+00:00


CAPÍTULO 42

Deborah regresó de sus recuerdos, sintiendo el mismo calor abrasador, que la embargó en aquel entonces; cuando Maurice, supo interpretar sus emociones y le dio el tiempo, que su mirada y sus gestos le pedían.

No hicieron el amor ese día, pero él quería, que ella comenzara a sentirse cómoda, compartiendo algo de intimidad con él; así que, mostrando desde ese instante, las artes de seducción, que con el tiempo perfeccionaría, logró convencerla, de dejarse tocar por él.

Y de esa manera, Deborah vivió una de las experiencias más eróticas que hubiera imaginado y el primer orgasmo de su vida.

Verlo desnudo y dormido, a su lado, aumentaba la excitación, producto de ese recuerdo; y estuvo tentada de tocarlo; de hacer aquello a lo que se animó, en su juventud, después de la tercera vez que Maurice la hizo tocar el cielo.

Quería que él sintiera lo mismo, que viviera esa extraordinaria sensación y dejando de lado su timidez, le pidió que le enseñara; porque al principio, lo hacía con torpeza.

—¡Ya detén esos recuerdos, Deborah! —Se exigió, sabía que debía darle tiempo a Maurice, para recuperarse, aunque lo deseaba con intensidad; su prioridad, era que él estuviese bien—. Debes dejarlo descansar —susurró, dándole un suave beso en la mejilla.

Regresó del baño y se asomó por la ventana, el sol comenzaba a caer, anunciándole que le quedaba poco tiempo. Dejó escapar un suspiro, cerrando los ojos y se negó a abandonar ese lugar. Se quedaría junto a Maurice.

Caminó, para meterse a la cama y acurrucarse con él; estando así, recordó que muchas veces, había hecho lo mismo. De adolescente, se escapaba de la mansión y se iba a dormir con él, o le pedía que fuera a verla y se acostaban en su habitación o en el que ahora era su estudio.

—It seems like I can finally rest my head on something real… I like the way that feels.

Deborah comenzó a cantar muy bajo, ese tema que muchas veces le dedicó a Maurice, mientras apoyaba la cabeza en su pecho y suspiraba, sintiéndose feliz; envuelta en esa paz, que solo él le podía entregar; sonrió, abrazándolo con cuidado.

—Hacía mucho que no me la cantabas —pronunció, con la voz ligeramente ronca, por haber dormido tanto.

—¡Estás despierto! —expresó ella, moviéndose, para mirarlo.

—No lo estaba, pero tu voz me despertó. —Parpadeó, para aclarar su visión, mientras le acariciaba la espalda.

—Seguramente por lo horrible que es.

—No, para mí no lo es; por el contrario, no tienes idea de cuánto me emociona escucharte cantarme.

—¡Eres un mentiroso, Maurice! —Se quejó, haciendo un puchero. Así como reconocía sus virtudes, también lo hacía con sus defectos; y era consciente de que no tenía buena voz.

—¿Crees que miento? —preguntó, incorporándose un poco.

—¡Por supuesto! —respondió ella, con vehemencia.

—Te demostraré que no.

Se puso de pie y caminó hasta la mesa, para buscar su teléfono; regresó, y se volvió a tender en la cama, junto a ella; mientras buscaba en los archivos.

Deborah se sentía intrigada, ante su actitud y ni siquiera se imaginaba lo que él le mostraría.



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